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¡Felices pascuas de Resurrección!

Queridas amigas;

Cuando este número de la revista este en sus manos, habremos participado muchas de nosotras en la XXI Reunión Nacional y celebrado con alegría y reflexión nuestros primeros veinticinco años como asociación.

Tenemos el reto de continuar construyendo un AMSIF cada día mas autentico, unido confiable, comprometido, vital: de servicio y no de poder, es decir, que todos los miembros de AMSIF vivamos al estilo de Cristo, nuestro centro e imitando las virtudes de nuestro modelo de mujer, La Santísima Virgen.

Pues bien, yo quisiera que recordemos y reflexionemos lo aprendido desde el Catecismo: los frutos y dones del Espíritu Santo.

¿Qué tanto vivimos los frutos del Espíritu? Como son la caridad; el gozo; Ia paz; la paciencia; la longanimidad que no es otra cosa que la generosidad, nobleza, desprendimiento; la bondad, benignidad, que es ser compasivo, humano, clemente: la mansedumbre que se traduce en humildad, dulzura, suavidad, tranquilidad: la fidelidad al Evangelio: la lealtad hacia nuestras convicciones ya las personas que nos rodean: la modestia que es contraria al lucimiento y nos invita a la moderación, a la humildad y a la honestidad: la continencia que es sobriedad y moderación en nuestra forma de vivir: la castidad, que está en lo puro, lo honesto.




Es conveniente también pensar si aceptamos los dones del Espíritu. ¿Los desarrollamos en nuestra propia persona, los proyectamos a los demás y ayudamos a que otros los descubran? Recordémoslos:

Sabiduría, que además de saber, es juicio, prudencia, cordura.

Inteligencia; talento discernimiento, tino.

Consejo; ¿Sabemos escuchar? ¿Indicamos, advertimos o imponemos nuestros propios criterios?

Fortaleza ¿Qué tan fuerte soy en momentos difíciles y en mis convicciones? ¿Cuánto vigor pongo en lo que se me ha encomendado?

Ciencia; ¿Cómo comparto mis conocimientos, habilidades, actitudes con mis hermanos y como los acreciento?

Piedad; ¿Cómo está mi común-unión con el Señor? ¿Qué tan compasivo y misericordioso soy con mis semejantes?


Temor de Dios; ¿Lo vivo como miedo al castigo, con la angustia de ver a un Señor justiciero y a veces hasta vengativo, olvidándome que es Padre? ¿O ese temor es a que mis fragilidades lo lastimen y me separen de Él? ¿Cuánto nos ama el Padre que nos envía a su Hijo y que nos regaló, atreves del Espíritu, dones que debemos hacer fructificar!!!

¡¡Felices Pascuas de Resurrección!! Y que a pesar de los acontecimientos que hieren a tantos seres humanos y a los que no podemos estar ajenos, llevemos siempre el mensaje de la esperanza de que Jesucristo vive.


Las quiere y ora por ustedes.


Carmelita


Compartiendo Marzo-Abril 1998

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