En el marco de nuestra XLIII Reunión Internacional AMSIF llega esta historia real que da testimonio de la cultura del encuentro, de la importancia de descalzarnos al llegar a nuestros centros ya que pisamos la tierra sagrada que es la dignidad de nuestra hermana con la que ahí nos encontramos.
Agazapadas al borde de la carretera solo vislumbrábamos a ver la humilde casa que habitaban desde hacía 10 años. Don Pedro se preparaba para salir, justo lo que esperábamos, no era que lleváramos mucho tiempo de espera, mas bien era el temor de ser descubiertas, eso nos hacía sentir que el tiempo se alargaba. Por fin, Don Pedro terminó de preparar su bicicleta y salió de su casa. Bastaron uno o dos minutos, Dolores, sus hijos y yo, nos vimos envueltos en un frenesí tratando de cargar dos vehículos con algunos enseres domésticos, los hijos y un par de mascotas. En la rapidez que ameritaba el momento y por lo estrecho del espacio disponible, apenas subimos un refrigerador, una lavadora, dos cubetas con trastos, dos maletas con cobijas, 4 sillas y unas bolsas de plástico con un cambio de ropa para Dolores y sus 5 hijos. Eso fue todo, era el rescate de Dolores y su familia. Salió de ese hogar y cargó con ella, lo más elemental y sus recuerdos tristes y lacerantes; la angustiante pobreza, el aislamiento producto de la pandemia, la violencia doméstica expresada física y verbalmente, el dolor por la huída de su hija Alicia lejos de casa para acabar con el maltrato paterno y la soledad experimentada por lo lejano que estaba de todos sus familiares.
Dolores llegó 18 meses antes, a un centro AMSIF ubicado en la iglesia de una comunidad marginada del municipio de Mexquitic de Carmona. Su frágil figura, el tono de su voz, su tez morena y su andar silencioso develaban su origen étnico de la sierra norte de Veracruz y hablante del náhuatl. Le acompañaba sus menores hijas, Mariana y Mayté, de 2 y 4 años. Iba en busca de ayuda, no tenían que comer, apenas había conseguido una sopa de pasta. Los 200 pesos semanales que recibía de manos de Don Pedro –padre de sus hijos- no alcanzaban a cubrir ni las necesidades más básicas de la familia, buscaba algún trabajo que le permitiera hacerse de unos pesos para comprar comida. Fue ahí, en las clases de AMSIF, donde nos encontramos y recibió cobijo.
Con el tiempo, empezó a vender tortillas, tunas y nopales que iba a cortar al campo y las vendía o regalaba a conocidos, vecinos y a las animadoras. A cambio, recibía un pago que le permitía tener o comprar arroz, frijoles, queso y el agua de la pipa, para las actividades más básicas de su casa. Meses más tarde, las Amsifas le regalamos un triciclo para que saliera a vender sus productos
Todo eso lo recordó Dolores mientras nos desplazábamos y llegábamos al centro de la ciudad de San Luis Potosí, ella iba en mi auto lleno de cosas junto con dos de sus hijas, sus otros hijos se enfilaron hacia la carretera esperando que mi esposo, los recogiera. Ese rescate fue lo más sencillo frente a lo que se veía venir.
Dolores, nunca había vivido en una ciudad, siempre había estado en ejidos, localidades o pueblos, sin embargo el deseo de huir, le hizo tomar la decisión de buscar ayuda para salir de donde estaba. Semanas antes, con la compañía de AMSIF se había presentado ante la Fiscalía para denunciar los abusos y maltratos que sufría por parte del padre de sus hijos, tenía la esperanza que eso le hiciera cambiar la actitud hacia ella, pero ese hecho, aunado al alcoholismo de Don Pedro, no solo no mejoró la relación, por el contrario, la violencia se recrudeció.
Para apoyar la economía, se le buscó y consiguió trabajo, en un local en donde se elaboran sopes, gorditas y quesadillas, eso le ha servido no solo para la manutención de sus hijos, sino también le permitió adquirir confianza y seguridad en sí misma.
Lo apremiante de la situación al arribar a un lugar desconocido para toda la familia, nos empujó a conseguir de inmediato una estufa, un tanque de gas, un colchón, una cómoda para ropa, una mesa y algunos otros enseres de cocina. Personas con corazón solidario y generoso se aprestaron ´para ayudar y con ello conseguir una mejor estancia en ese lugar que sería su nuevo hogar. Tres días después de su llegada comieron la primera sopa calientita.
La situación se empezó a complicar cuando fue necesario inscribir a los menores en las escuelas, para entonces, Arely la mayor de sus hijas, ya trabajaba en una tienda de productos electrónicos. Dolores no estaba en condiciones de hacer ningún tipo de trámite puesto que su trabajo le impedía hacerlo, el horario de 7 de la mañana a 2:30 de la tarde, limita mucho su participación. Ahí estuvo AMSIF para ir a dar de baja a los niños de las escuelas donde habían estado inscritos y buscar escuelas cerca del nuevo domicilio. Después de varias entrevistas, de llenar los requisitos y pagar cuotas, logramos que los hijos de Dolores quedaran inscritos en la primaria y secundaria. Sigue en proceso el ingreso al kínder de Mariana, la más pequeña.
Fue a través de AMSIF que se les consiguieron los dispositivos; celulares, tablet y laptop para estudiar, dado que las clases se reciben a distancia, adicionalmente se les contrató servicio de internet, mismo que AMSIF paga. En la escuela donde anteriormente iban a clases lo hacían de manera semi-presencial por falta de acceso a internet, ahora era obligado enseñarles como usar las plataformas y las aplicaciones en los dispositivos. Para entonces no solo las Amsifas estuvieron presentes sino también los esposos que asumieron el papel de Amsifos. Fueron muchas horas de estudio, aprendizaje y repaso hasta que lograron por sí solos manejar el virtual mundo escolar.
Junto con otras mujeres, se creó una red de apoyo solidario para conseguir pequeños apoyos económicos mensuales que sirvieran para coadyuvar el pago de la renta y la alimentación de los niños, de igual manera mediante donaciones se consiguieron algunas prendas de ropa y calzado para la familia.
Se visitaron dependencias e instituciones como el Registro Civil, el ISSSTE, la Secretaría de Salud, el INSABI, la Secretaría de Asuntos indígenas, la Comisión de Derechos humanos, el DIF municipal, para hacer trámites, solicitar becas, conseguir actas de nacimiento, CURP, constancias de No derechohabiencia, entre otros.
Amsifas y Amsifos hemos asumido el rol de tutores escolares, lo que nos llevó a encarar y enfrentar, no sin desencuentros y amargos sabores de boca, el enorme rezago educativo en el que se encuentran los muchachos. Arely, Alicia, Adán, Aylín, Mayté y Mariana, no tuvieron nunca un soporte y apoyo escolar en casa. Los inscribían para cursar ciclos escolares en la orfandad, dejándolos a la deriva, sin vigilancia, sin apoyo y sin quien los empujara e impulsara para cumplir con los deberes escolares. Ha sido un verdadero reto conseguir que Adán, Aylín y Mayté, se acostumbraran a entrar a clase, cumplir con tareas y a hacerse presentes en los salones de clase a través de los dispositivos, otro campo de batalla ha sido conseguir que estén regularizados, tarea que por cierto aún está inconclusa.
Dolores ha aprendido el rol de ser una tutora responsable, ayuda y guía a Mayté, quien cursa el primer grado de primaria, lo hace con mucha constancia y dedicación, aún y cuando se sienta agobiada por el cansancio.
El aprendizaje para los niños ha sido muy limitado en parte por la mala nutrición. Han tenido una alimentación en donde no se incluyen ni carne, ni frutas, ni verduras. En las contadas permanencias temporales, que han tenido en casa de alguna de las Amsifas ha sido todo un desafío hacerlos comer zanahorias, acelgas, chícharos o jitomate. Sus hábitos y limitaciones, les impidieron desarrollar el gusto y la costumbre por esos y otros alimentos nutritivos. El agua que consumen es de la llave, no obstante que se les regaló un garrafón para un consumo más saludable.
Dolores ha aprendido, crecido y desarrollado mucho en estos últimos 6 meses. La pandemia le recrudeció su situación, pero le permitió dar un cambio a su vida. Tiene una gran responsabilidad para sacar adelante a la familia, lo hace con ayuda de AMSIF. Ella ha recibido, de manera particular y presencial, el curso mas intensivo teórico y práctico que jamás haya tenido una participante. Hemos tratado de darle un significado a su vida, devolverle la dignidad que había perdido.
Se le han impartido temas de familia, nutrición, higiene, prevención de enfermedades, finanzas, entre otros. No siempre el aprendizaje ha sido exitoso, pero con frecuencia retomamos algún tema que nos parece primordial. Confieso que vamos rezagadas en la enseñanza evangelizadora, sin embargo ante tanta dificultad, le hemos reiterado que nuestro principal sostén en la vida, es Dios nuestro Señor y que con él iremos resolviendo cosas poco a poco. Dolores tuvo la grata experiencia de conocer el rezo de los 46 rosarios a la Virgen de Guadalupe, dado que su casa se ubica en un barrio muy cercano al Santuario de la Virgen, el 12 de diciembre pasado, lo celebraron por muchas horas en un ambiente festivo.
Aún estamos en calidad de apoyo a una familia emergente, Dolores ha sido el vínculo con AMSIF. Vamos empujando poco a poco. Hemos conseguido apaciguar un poco el desasosiego y la ansiedad de Dolores con un apoyo solidario, franco, sincero pero sobre todo amoroso. Ella y su familia nos fueron puestas en el camino y nos han dado la posibilidad de crecer, de verternos y de ser un poco de luz.
Hemos aprendido mucho a su lado, ahora sabemos que las personas con enormes rezagos han construido su identidad, su yo, su esencia, en pedazos. Sus espacios los llenan la marginación, la discriminación, la incertidumbre, el hambre, el abandono, la violencia, la ignorancia y la pobreza. Las historias de triunfos y éxito solo existen en escasos momentos de un imaginario familiar. Aspiran a sobrevivir con todos esos elementos que siempre los han acompañado. Han construido su ser y su hacer con los mínimos recursos a los que han tenido acceso. Aprenden a vivir con lo que hay; si hay algo más que bueno pero si no lo hay, también que bueno.
Comentar de Dolores y su familia nos llevaría muchas horas que por momentos serían sombrías y de tinte gris pero también alegres y coloridas; si, también nos han arrancado sonrisas y carcajadas que suenan en los oídos como campanitas melodicas. Los ojos chispeantes, las ocurrencias, los abrazos cálidos y las palabras dulces que recibimos, nos llenan de alegría, han sido el mejor pago que recibimos.
La dinámica familiar en ocasiones se complica y luego se aligera porque la historia aún continúa. AMSIF los ha acompañado en sus vicisitudes y tropiezos, ha estado presente en muchas decisiones, no incide en todas, pero si en las más importantes. Haberlos acogido nos llena de satisfacción, nos une a Cristo y su doctrina y le da mas sentido a nuestro hacer.
Dios nos acerca a los más pequeños y nos llama para tender puentes de misericordia, fe, caridad y amor verdaderos y a las Amsifas solo nos corresponde atender a ese llamado.
*América Ruiz es animadora de AMSIF del Regional San Luis Potosí. Coordinadora de Centro AMSIF en la localidad de Maravillas, Mexquitic de Carmona en SLP. y Coordinadora de Estudios del Regional.
Comments